Trabajo Comunitario (Reservado)

Desde que había llegado a Londres no había hecho nada distinto de lo que haría en California. Me había dedicado a pasear y a tratar de conseguir un trabajo. Más quería hacer algo diferente, algo que enriqueciera mi vida. Había prometido cambios y lo iba a cumplir. Por lo que cuando vi el anuncio de la Iglesia que llamaba a jóvenes a ayudar a arreglar un terreno baldío para crear un bello parque para niños huérfanos no dude en participar. Llevaba ropa preparada para ensuciar. Unos jeans oscuros y una polera amarilla de tiritas, con mis converse regalonas que me habían acompañado muchos años. Ese día estaba soleado y llevaba mis herramientas para trabajar.
Al momento de ver el lugar dude un poco. El terreno estaba hecho un caos. La maleza estaba muy alta y la basura sobraba. Suspire, resignándome y comencé a trabajar. Había unos cuantos adolescentes y el padre quien más trabajaba. Por lo que agarre mi pala y extraer la maleza. Cada cierto tiempo paraba para tomar agua y arreglarme el cabello. Poco a poco mi ropa se fue manchando y el calor se hacía cada vez más intenso.

El día estaba más caluroso de lo normal para ser Inglaterra, Amsterdam no llevaba más de unos días en la ciudad y aún no iba a visitar la exposición de su libro escrito hace más de 30 años. Recorría los lugares más extraños, vestía una polera roja, unos jeans y unas botas desamarradas en los pies. Botas con el calor de hacía ya era suficiente para que la gente lo mirara de forma extraña, pero el vampiro tan solo caminaba preocupado de que sus pies fueran en la sintonía que él quería, si llegaba a perder el paso iba a tener que empezar todo denuevo. Al llegar a un terreno baldío le llamo la atención una sola cosa, un hombre vestido de negro con un collar blanco. Los curas lo llenaban de ira, pero tenía que controlarse, no podía perder el paso.
Se acercó a mirar solo por curiosidad lo que estaban haciendo, mientras sacaba un cigarrillo de su bolsillo derecho, donde siempre estaban y cuidadosamente lo encendía con el encendedor nuevo que había comprado hacía poco, era exactamente igual al anterior, no podía cambiar.
Se apoyo en una de las rejas que cercaban el terreno y comienza a mirar con atención, buscando, siempre buscando, hasta que sus ojos se fijan en una muchacha de polera amarilla, sin saber lo que vendría, no podía dejar de mirarla y no sabía porque le estaba sucediendo todo esto.

Seguía trabajando con esfuerzo. El sol justo ese día había querido brillar y liberar su calor. Mucho más que lo habitual. Si había algo que la sacaba de quicio era el calor. Sus mejillas estaban rojas del calor y su pelo estaba más revuelto de lo normal debido al trabajo. Se maldijo por no llevar shorts cortos esos días. Sentía el sol quemando su piel, recordándole los días de California. Bebió un poco de agua y el resto se lo tiro en el pelo. Cuando sacudió este tiro gotitas de agua que mancharon su ropa, pero el frio bajo por su cabeza y eso la alivio un poco. Cuando quiso reponer el agua para seguir trabajando noto que un joven la miraba intensamente. Un poco avergonzada siguió caminando hasta el grifo de agua y mientras rellanaba la botella volvió a mirarlo. Él parecía que no se había movido ni un centímetro y seguía mirándola. Aunque era muy guapo, había algo extraño en el. Se sonrojo de vergüenza y le quito la mirada. Se mojo la mano y con esta la cara, tratando de no pensar que la estaban observando detenidamente.

El humo subía por la cara de Amsterdam y este no se movía. Estaba casi como hipnotizado y de pronto algo le hizo alterarse, comenzó a mover su cabeza, la chica bailaba y se movía al compás de la música, el vampiro sabía que no estaba en la realidad y que había pasado otra ves. Cuando se concentraba mucho en una persona y esta le devolvía la mirada a veces veía cosas de las personas, cosas que ellos no sabían que él miraba. De pronto todo se había ido y estaba devuelta en ese terreno. La chica se estaba mojando y Amsterdam trataba de descifrar que era lo que lo tenía ahí parado, estaba seguro que no eran los recuerdos, él odiaba ver en las cabezas de las personas, especialmente antes de matarlos.
El cigarro se acababa y Amsterdam lo lanzaba al piso, odiaba hacerlo pero había olvidado su tubo para guardarlo, sabía que esa acción le traería consecuencias luego.
Se quedo otro rato mirando a la chica, había algo en ella. En un abrir y cerrar de ojos la vio, vio a su mujer, la vio golpeada, la vio brillante y luego vio a la chica, eran la misma persona. Cerro los ojos y de pronto su cabeza se sentía como si fuera a estallar, se la tomo con ambas manos tratando de controlarse.

El hombre seguía ahí parado mirándome, como si fuese lo más interesante del mundo. Por un momento pensé que tenía algo extraño en la cara. Pronto se me helo la sangre. Quizás era uno de los chicos con los que me juntaba en California y que me había reconocido. Trate de cambiar mucho últimamente, incluso mi forma física, pero siempre estaba la posibilidad de que me encontraran. Más no pude dejar de mirarlo ya que parecía estar viendo más allá de mí. Me puse nerviosa y le di la espalda caminando al lugar de mi trabajo. En eso el padre se acerco a hablarme.
-¿Cómo estas hija mía? Espero que el calor no te este afectando mucho.-
Dijo de forma amable, mas aprecia que el afectado era él. Solo le respondí con una sonrisa. Aun sintiendo la mirada del hombre en mi.

Ver al cura tan cerca de la muchacha hizo que Amsterdam comenzará a arder en ira, lo único que quería era acercarse y romperle la cabeza.
- ¿Lo hago?...no, no vale la pena...qué sabes tú! si al final da lo mismo, un cura muerto, dos curas muertos, tres curas muertos, después puedo embalsamarlos a todos y tener un montón de colgadores de ropa..
Comenzaba a caminar lentamente, siempre empezando con el mismo pie, hacia la chica y el cura, no sabía exactamente lo que iba a decir o hacer, quizás los matara a los dos, pero ella no...a ella no podía tocarla, al cura con gusto le sacaría los intestinos para colgarlo de un árbol. Todo daba vueltas en su cabeza, por un segundo el poeta hablo desde adentro, tenía que parecer tranquilo si quería acercarse a ella, el cura podría morir después.
Sin pensarlo mucho estaba casi al frente de la escena, dibujo la sonrisa más seductora usando todo lo que le había enseñado Ian, irradiaba algo extraño que sabía que las personas no podían resistir, le daba asco usarlo prefería matarlos a todos, pero en este caso sería de gran ayuda.
- Disculpe padre, pero me preguntaba si podría ayudarlo en esta gran acción de caridad, podría compartir la pala con esta muchacha.-
...Para después sacarte la cabeza con la misma pala....hombre de fe

Cuando sentí la voz del hombre, un fuerte escalofrió recorrió mi espina dorsal, haciéndome temblar levemente. Me volteé a verlo y quede impresionada. De cerca se veía más guapo de lo que llegue a ver. Era alto y bien formado, pero sus ojos seguían haciéndome sentir extraña. No quise confiarme y al notarlo tan cerca retrocedí un par de pasos. Cuando escuche lo que le decía al padre, respondí antes de que el hablara.
-Si quieres usar la pala te la presto, yo traje mas herramientas.-
Quise evitar a toda costa estar cerca de él. Seguía teniendo sospechas de que si era un chico de California trataría de meterme drogas nuevamente y no quería eso. Mas su acento me había hecho dudar. Le quede mirando esperando respuesta.

Amsterdam la miro con la misma sonrisa que le dedicó al cura, no era como las otras mujeres que había terminado matando, era ella distinta, ella era su mujer. Trato de parecer lo más amable posible, el poeta salía desde adentro y sacaba las palabras.
-No tengo problemas en compartir esta pala contigo, espero que no te asustes con mi presencia, es solo que vi todo esto y me gusto la idea y quise participar-
Hacía mucho tiempo que no mantenía una conversación con otro ser humano y quería parecer amable, aunque le costara.
Sin preguntar tomo la pala de entre las manos de la chica rozándo su mano "accidentalmente" tratando de traspasar en ese roce todo lo que irradiaba su ser y que le habían dicho serviría para que las personas hicieran lo que él quería, no sabía si llegaría a resultar en este caso.
Amsterdam la miraba lleno de recuerdos que no sabía si quería tener, su mujer siendo golpeada, su mujer sonriendo.

Con mucho esfuerzo me mantuve seria e impasible. Mas ese toque accidental de mano me había hecho acceder a sus peticiones sin poder resistirme. Sin topar mis ojos con los de el observe alrededor, al parecer el padre se había alejado en algún minuto de la conversación. Como quien no quiere la cosa comencé a caminar mientras le hablaba, evitando su mirada.
-Está bien trabajemos juntos. Aquí es donde tengo mis cosas. Quizás sea mejor que me ayudes con esa maleza, no he podido sacarla.-Camine hacia mi rincón mientras bebía algo de agua. Le indique el lugar donde la maleza estaba y me fije en sus ropas.
-¿No tienes calor con esos zapatos?-
Dije sonriendo fijándome recién en su extraño atuendo.

- El calor aquí es algo tan relativo, no te vas a dar cuenta y ya va a estar lloviendo y te gustaría usar mis botas.-
Dijo Amsterdam sonriendo, mientras sin mucho esfuerzo sacaba la maleza con las manos sin mirar a Sophia. La fuerza fue un poco desmedida porque no estaba lo suficientemente concentrado en lo que hacía y de pronto se dio cuenta que más de una persona lo estaba mirando. Amsterdam los miró y rápidamente todos comenzaron a preocuparse de otras cosas.
El vampiro no sabía si la muchacha se había dado cuenta o no, así que prefirió ignorar el hecho.
- Por cierto mi nombre es Amsterdam o si quieres me puedes llamar el chico de las botas.-
El vampiro hacia una reverencia hacia la muchacha.

Quede perpleja cuando sacaba con una mano y sin esfuerzo las malezas de raíz. Parpadee varias veces tratando de ver si era real más cuando subió la vista comencé a mirar mi tijera para césped como si fuese muy interesante. Lleve mi mano a la cabeza y desordene mi pelo. Me pareció extraño que una persona se presentara a sí misma con una reverencia, era algo muy anticuado mas viniendo de aquel extraño hombre no me sorprendió mucho.
-Yo me llamo Sophia, hombre de las botas.-
Dije riendo mientras miraba el cielo. No había ninguna nube, pero al parecer el conocía mejor el clima de aquí que yo por lo que quise verificar si sus palabras serian ciertas. Me arrodille junto a el a cortar el césped y sacar la basura que este tenía. No sabía cómo hablarle, aun seguía estando incomoda a su lado.

- Me subiste de grado, me alegra ser un hombre para ti.-
Amsterdam la miraba picaramente, mientras buscaba alguna forma de hacer que Sophia le dedicara más de una palabra y lo mirara a los ojos, él tenía claro que una vez que hiciera eso ya no habría vuelta atrás para ella, era una de las ventajas de ser vampiro. Ni una nube cruzaba el cielo, pero Amsterdam que había crecido cerca sabía que esto no duraría demasiado tiempo. Comenzó a mirar alrededor buscando otra maleza o algo que pudiera sacar, esta vez usaría las herramientas para no ser tan obvio.
- Y bueno Sophia o mujer del pelo desordenado, como te he bautizado, dime qué te trae por aquí, tu acento no pertenece a estos lados.-
Tampoco lo había hecho el acento de su mujer, eran tantas cosas que lo llenaban de recuerdos. Todos alrededor parecían trabajar arduamente, Amsterdam solo miraba a Sophia esperando que esta porfin le devolviera la mirada.

No quería que llegara esa pregunta. Por eso era reacia a conocer gente nueva. Para la próxima pensó mentalmente en imitar el acento ingles para evitar preguntas como esa. No pude evitar tensar el rostro y mirar fijamente a la planta que tenia frente mío. Intentaba pensar una escusa.
-Vine a Londres por un tiempo porque quería cambiar de ambiente. Me gusto la ciudad y he decidido quedarme aquí más tiempo. Soy de Estados Unidos, Los Ángeles California para ser exactos-
Me sorprendió que dentro de todo le hubiera dicho la verdad. No se me hacía difícil mentirle a la gente, mas el parecía calar incluso en mis pensamientos con solo mirarme. Me sentía desprotegida. Esa era la razón de porque lo evitaba. Corrí unos mechones que caían sobre mis ojos y sonreí, levantándome del lugar y limpiando mi ropa. Sabía que darle mi ubicación exacta era arriesgado si él era uno de los chicos pero su forma de actuar y acento me hizo descartar esa idea. Volviendo a lo primero de su frase reí y lo mire, evitando sus ojos miel
-¿Tan desordenado tengo mi cabello? Y eso que me demore tres horas en peinarlo esta mañana.-
Dije en broma, abriendo la botella de agua para luego beber de esta.

- Ajá americana, nunca había conocido a una que estuviera tan lejos de su hogar, vaya cambio, de sol a eterna lluvia.-
Amsterdam comenzaba a frustrarse por no poder lograr que la chica mirara a sus ojos, pero esto no era perceptible para Sophia que seguía bebiendo su botella de agua, algo que hizo recordar al vampiro hacía cuantos años que no bebía agua solo por el placer de hacerlo y no para aparentar. Hace mucho tiempo que ya no le importaba si hacía calor o si tenía sed, por lo menos sed de agua.
-Tu cabello no está tan desordenado si lo comparas con alguien que acaba de despertar, pero honestamente yo no tengo moral para hablar de pelo desordenado.-
Tenía que ser cuidadoso o la muchacha quizás terminaría asustandose, estaba tratando de ser lo más amable y seductor que su condición le permitía serlo.

Sonreí de lado y deje escapar una pequeña risita mientras terminaba de beber el agua. A lo ultimo dicho respondí
-Pues hoy en la mañana no me he esmerado mucho en peinarlo. Sabía que terminaría hecha un asco aquí.-
Apunte mi ropa llena de barro y tierra. Omití lo de la lejanía pues pensaba en mi familia. Había dejado la casa de un día para oro dejando solo una carta. No sabía cómo estaban los pequeños ni mis padres. Mis ojos reflejaron una gran tristeza por un leve momento. Reincorporándome y dejando atrás los recuerdos mire la botella de agua y recordé que no le habría ofrecido al chico. La estire en su dirección mirándolo después de mucho rato.
-Perdona mi mala educación, pero ¿quieres agua?-
Dije amable esperando respuestas, mas antes de que respondiera agregue un poco avergonzada
-Clara, si no te da asco beber de la misma botella.-
Ahora lo mire con más detalle y no pude evitar sentirme atraída por él. Sus ojos aunque tuvieran una mirada sombría tenían un color muy extraño que lo hacía muy especial. Mis ojos bajaron sin quererlo a su boca que dibujaba una sonrisa y me puse muy colorada volviendo a evitar sus ojos. Sabía que él había notado aquel hecho.

Los ojos de Amsterdam observaron como Sophia porfin lo miraba y sonreía, había logrado lo que quería y ahora las cosas comenzaban a funcionar o un poco más a su favor, aunque la forma en que ella lo había mirado había despertado en él una sed que trato de ocultar, no quería terminar matandola, probablemente se desquitaría con el cura más tarde.
-No por supuesto que no me da asco, menos de una mujer tan linda.-
El juego ya había comenzado, aunque odiaba tener que tomar agua por mera costumbre social de los humanos, el sabor ya no le apetecía, pero sin que nada de esto se hiciera visible tomaba de la botella, ignorando el sinsabor que esta traía. Después de beber se la devuelve a la chica mirandola fijamente.
-Creo que tienes algo de tierra aquí.-
Sin dejarla reaccionar el vampiro rozo el labio de la muchacha con su dedo, mirándola fijamente a los ojos. Estaba tan cerca, sería tan fácil, pero no, ella no.

Me quede inmóvil cuando lo vi tan cerca. Fue repentino pero ahí estaba a pocos centímetros. Sentí como tocaba mis labios, sus ojos me miraban de una forma que me dejo hipnotizada. Estaba quieta como si cualquier movimiento pudiera jugarme en contra, mas algo me impulso a hacerlo y retrocedí. Mire la botella vacía en la mano y tratando de hablar balbucee.
-Creo que iré a buscar más agua. Se nota que tenías sed.-
Mi voz se escucho más aguda de lo normal, debido al nerviosismo y mis movimientos se hicieron más torpes a medida que caminaba hacia el grifo. No quería mirar hacia atrás. Me sentía estúpida por la forma en que había actuado. Eso me hizo enojar muchísimo y no iba a permitir que se repitiera. Moje mi cara nuevamente para disipar la frustración y volví. Más seria y determinada esta vez. No había ido para coquetear con un desconocido y luego de llegar a su lado me hinque y seguí mi trabajo intentando evitarlo lo más posible. Aunque ya estar cerca de él me producía algo en mi interior.

-Espero que no te moleste demasiado mi presencia.-
La muchacha no se iba a rendir tan fácilmente, algo que le jugaba en contra a Amsterdam que no era conocido por tener mucha paciencia, pero sabía que estaba tan cerca de su mujer o lo que quedaba de ella, que no podía mandar todo al demonio por falta de paciencia. Él iba a esperar o por lo menos intentarlo.
Siguió simulando gran esfuerzo al trabajar, aunque la verdad era que no podría haber nada más fácil para él que mover un par de plantas. Había decidido dejar un momento pensar a la chica, dejarla darle muchas vueltas a todo lo que estaba pasando, solo esperar. Al cabo de un rato pensó en ponerla en una encrucijada que quizás podría terminar mal para él.
-¿Sabes? Hace mucho que estás callada...¿acaso te incomoda mi presencia? Si quieres que me vaya me lo puedes decir, no pretende querer estar con una persona que le molesta mi compañía.-
Trato de que sus palabras sonaran ofendidas por lo bajo, mirandola seriamente.

Trabaje arduamente hasta que escuche lo último que dijo. Alce la mirada y tire la tijera que estaba usando suavemente hacia un lado. Deje escapar un suspiro de frustración. No podía evitarlo y el se esmeraba en querer halarme o acercarse. Y ahora lo que me faltaba. Un ultimátum. Todo era más difícil.
-Si no digo nada, es porque no tengo nada que decirte. Ahora si tu quieres hablar por mi bien. Veo que eres de los que les aburre el silencio.Ahora si te quieres ir y encontrar a alguien mas histriónica que yo, ahi hay mas gente.-Sonreí mirándolo ya dejándome vencer de cierta forma a la situación. Aproveche de que el padre había dejado un rato el terreno y me recosté en el lugar que había limpiado, confiada de que no quedaba nada peligroso o sumamente asqueroso. Miraba el cielo que de pronto se había comenzado a llenar de nubes. Escuchaba como los otros chicos hablaban a lo lejos y sin importarme que el hombre me miraba me quede ahí cerrando los ojos, comenzando a sentir como el viento volvía a aparecer.

-Te dije que el clima iba a cambiar y no te preocupes, el silencio no me molesta, he estado con gente aún más callada que tú.-
Muchas muertos pasaron por su mente, y no pudo evitar reírse de su propia broma sabiendo que la muchacha probablemente no iba a entender el verdadero mensaje escondido detrás de ellas. Las nubes iban llenando lentamente el cielo mientras el viento seguía corriendo calidamente por el terreno levantando algo de polvo, el cura se comienza a acercar a algunos muchachos preguntando si quieren continuar.
Los días lluviosos le encantaban al vampiro, aunque le traían malos recuerdos, eran los días donde más solía inspirarse para escribir, había algo en lo melancólico del ambiente que lo impulsaba a escribir. Todavía lo hacia, incluso con más frecuencia que antes, pero sentía que su inspiración se había perdido hace mucho tiempo.
-Bueno mujer del cabello desordenado ¿planeas quedarte mucho tiempo en Londres?.-

-No lo sé todavía. Quizás algún día vuelva a Estados Unidos o me baje toda la locura y termine viviendo en una isla perdida de Asia.-
Respondí con total naturalidad. No había decidido que iba a hacer de mi vida, me tenía sin cuidado en aquel momento. Sentí una pequeña gotita que caía en mi mejilla. Sonreí y no quise admitirlo, mas tenía razón en el anterior comentario del clima. No iba a ceder y considere la opción de que el agua no era por la lluvia. Tratando de desviar la conversación de mí, abrí los ojos y me volteé quedando de costado. Apoye mi cabeza en mi mano y está en el suelo y pregunte curiosa.
-¿Y tu Amsterdam? ¿De dónde vienes? Porque tú tampoco eres de acá.-
Totalmente segura de lo dicho, lo mire esperando respuestas. Ya me había aburrido de trabajar y note que poco a poco la gente estaba parando para comer algo. De vez en cuando miraban el cielo. Al parecer no tardaríamos mucho en dejar el trabajo para otro día.

- De hecho soy de aquí al "lado" jaja, vengo de Escocia, aunque he trabajado en mi acento para que la gente pueda entender por lo menos un cuarto de lo que les digo.-
Amsterdam sonreía de forma amable a la mujer, buscaba responder sus preguntas sin delatarse de ninguna forma, quizás estaba siendo demasiado directo y podría servir jugar un poco con el tema. Ella no tenía idea que estaba tratando con un vampiro y de cuanto le costaba a este enfocarse en no raptarla en ese preciso instante. Era tanto lo que no sabía, que era mejor para Amsterdam.
- Vine a Inglaterra a escapar un poco de mi vida, además estoy aquí por una exposición de arte que me interesa mucho ver, quizás te pueda invitar si tienes tiempo, te aseguro que yo tengo mucho tiempo libre.-
Años y años de tiempo libre pensó Amsterdam, sonriendo picaramente hacia Sophia, de pronto otro par de gotas caían sobre el rostro del muchacho y la joven. El vampiro amablemente toma de la mano a Sophia y le ofrece ayudarla a levantarse.
-No quiero que te termines manchando con el barro y tenga que prestarte mis botas y polera para que vuelvas a casa pequeña, yo crecí con este clima, puedo andar sin ropa bajo la lluvia y te aseguro que no agarro ni un resfriado.-

-Así que escocés. Pensé que serias australiano o algo por el estilo (XDD).-
Aunque la idea de caminar bajo la lluvia y desafiarlo a que anduviera sin polera sonaba tentadora, era mejor pararse de aquel polvoriento suelo sino seria una estatua de barro en un par de minutos. Sabía bien como era la lluvia en aquella ciudad y no quería estar tan desprevenida. Tome firme su mano y me puse de pie, aunque el contacto de su mano era frio sentí un calor en la mía y por un momento me sentí aturdida perdiendo un poco el equilibrio. Agarre fuerte su mano.
-Disculpa, no suelo ser tan torpe. Al parecer ya se acabo el trabajo por hoy-
Mire alrededor y todos parecían estar juntándose y recogiendo sus cosas. Mire el cielo que ya estaba gris y el fuerte sol había sido remplazado por espesas nubes. Retome el tema anterior.
-¿Una exposición? Sería interesante ir, pero tengo que ver bien si puedo acompañarte porque trabajo algunos días en un restorant francés en Whitechapel.-

El contacto con su piel, su firme mano había provocado que Amsterdam una ves más se perdiera en recuerdos que no eran de él, Sophia corría por una calle aturdida por el miedo y el pánico. Al abrir los ojos todo seguía como antes, la mujer ya estaba de pie y le contaba que trabajaba en un restaurant francés.
-¿Australiano? jaja, no es que tenga nada contra ellos, pero no soy del tipo de persona que anda por el mundo cazando cocodrilos o comiendo serpientes, menos pelear con canguros.-
Amsterdam sonreía buscando la mirada de Sophia, sabía que su encanto estaba funcionando aunque la muchacha intentara resistirse y combatirlo, era algo innato en los vampiros y ella no podría evitarlo.
-Ajá, que bueno saberlo así puedo aparecerme para allá para comer y después me rapto a una de las meseras como postres, no parece una mala idea.-

Reí ante los comentarios que hacia respecto de los australianos. Aunque pareciera algo extraño y serio, mientras más hablaba con él, parecía más adorable y encantador. Comenzamos a caminar sin darnos cuenta hacia la salida del terreno ya que no quedaba nadie en el. Todos habían ido a refugiarse de la lluvia que ahora caía con más intensidad. Algunos mechones comenzaron a botar pequeñas gotas en mi cara y mi ropa se iba mojando.
-Ojala no lo hagas, mi jefa es una francesita estricta y aun no tengo asegurado el trabajo. No me gustaría perderlo.-
Trate de sonar seria, mas seguía su broma. No me había dado cuenta de que él había dicho mesera, sin yo haberle dicho exactamente lo que hacía en el lugar. Estaba totalmente absorta en la conversación, me sentía raramente atraída por él, su voz grave y ese extraño acento hacia que sus palabras sonaran perfectas. Además su sonrisa era encantadora y sus ojos, antes extraños, ahora me parecían profundos. Como si pudiese perderme en ellos. Estaba cayendo bajo un extraño encantamiento, y lo raro era que no quería salir de él. Queriendo escuchar más de su hermosa voz, pregunte curiosa.
-¿Y tú a que te dedicas? O estás en esos años sabáticos.-